Copyright Amaya de la Hoz
Entre arcos labrados de piedra, en un lugar recóndito del mundo que muy poco seres conocen, se encuentra el monolito donde reposa el Ídolo de Piedra. Es allí donde, cada cien años exactos, una misteriosa sacerdotisa cubierta con su capa ceremonial, se acerca con paso lento entre la bruma del amanecer. En sus manos porta su especial ofrenda a la deidad, una Magia que nació en el mismo momento en que comenzó la Vida.
Óleo sobre contrachapado de madera.
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